Primer Festival Solidario: sólo faltaron los aplausos

Con la solidaridad y el estricto protocolo sanitario como bandera, esta primera experiencia de festival artístico, sin público y con la modalidad del streaming, se realizó de manera ampliamente satisfactoria. Las colaboraciones mediante links de pago seguirán disponibles hasta la medianoche del domingo en la web cultura.misiones.gob.ar

Con la emoción contenida tras los barbijos reglamentarios, se inició anoche el primer festival solidario “Cultura X Trabajo”, organizado desde la Secretaría de Estado de Cultura, con la colaboración de ADEMI, Marandú Comunicaciones, y AMPROE (Asociación Misionera de Proveedores y Realizadores de Eventos), quienes se sumaron con la plataforma de pago, la conectividad para la transmisión y el estricto y eficiente protocolo sanitario vigente antes, durante y al finalizar el evento, respectivamente.

Buscando poner de relieve el leit motiv de la gestión de Joselo Schuap de que “el amor al arte tiene valor”, el festival fue inaugural en varios sentidos. Desde el modo de definición de la grilla artística (conformada mediante la mediación de los Colectivos Culturales), hasta el protocolo sanitario puesto en práctica, pasando por el modo de recolectar fondos mediante links de pago voluntario.

La conducción del evento estuvo a cargo de Antonella Quintan y Maxi Vargas, y a lo largo de las tres horas, ambos se encargaron de intermediar entre los artistas y el público… que no se encontraba presente, sino pulsando a través de sus pantallas, dando like, mandando mensajes… y una gran cantidad depositando dinero a través del canal electrónico previsto para eso (que seguirá abierto hasta la medianoche de hoy domingo). Cabe destacar que al finalizar el festival ya se llevaba recaudada una cantidad como para pagar un cachet digno a los artistas participantes.

El festival online se desarrolló en las amplias instalaciones de UMMA (“la casa de Flavio Bogado, a quien le agradecemos”, dijo Schuap en su momento) donde se dispuso un esquema de circulación que aseguró la distancia social requerida para evitar transmisión viral alguna. La puesta en escena contó con luces y sonido de primer nivel, logrando que cada uno de los artistas tenga un apoyo técnico para mostrar lo suyo. Las actuaciones se desarrollaron en dos escenarios contiguos, a los que se sumó un espacio extra para montar las telas de la acrobacia aérea y dos boxes en los cuales se desempeñaron la artista plástica Silvia Czajkowski y la artesana de “Las gemelas”.El espectáculo fue transmitido por streaming, con el soporte tecnológico de Marandú y a través del canal de Youtube de la Secretaria, además de otras redes sociales.

Variada grilla de artistas

Los encargados de romper el hielo del escenario fueron Paula Figueredo y Hernán Espinoza, integrantes de “Lúa Banda”. El dúo propuso canciones propias con influencia de diferentes géneros musicales, desde el rock y el pop al folklore regional y latinoamericano. “Nos sentimos muy a gusto. Volver a tocar después de tres meses de no estar en un escenario, son muchas sensaciones. Esto de tocar sin público es una experiencia nueva, pero dado el contexto es lo mejor que nos está pasando a los artistas. Y saber que el arte no está muriendo, sino que se puede pensar en trabajar, es fantástico”, dijo Paula al bajar.

En el escenario contiguo se preparaba Patricia Guerrero, directora y profesora del “Instituto Shazadi”. La bailarina interpretó un tema de la danza árabe, haciendo gala de sus años de experiencia y trabajo. Dañela Lo Gé (Daniela López Giménez) abrió el segmento de teatro, con un unipersonal referido a las relaciones sociales en tiempos digitales. La actriz, cantante y gestora cultural dejo sentado su punto al respecto. En el escenario contiguo siguió la danza de Nicolás Antúnez, con un número de malambo.

A su turno, Lucía Amarilla, del “Grupo de Teatro Trashumante”, de Posadas presentó una versión de textos “Escorias diferenciales del alma de la letra poética”, del libro “Guitarra Negra” de Luis Alberto Spinetta. Marinela del Valle hizo su número de acrobacia en tela en un espacio alternativo en el cual fue posible colgar las telas.  Ofelia Cendra subió al escenario junto con su personaje “Oh Felina Girasoles”. La actriz, directora de teatro, cantante, pintora y gestora cultural finalizó agradeciendo la posibilidad de volver a tomar contacto con su público.

Cerca de las 21.00 fue el tiempo de los títeres, con Charly Basterrechea (del grupo “Tire y Afloje”, que tiene con Emilia Aragón). “Traje una pantomima que hago hace mucho tiempo; una pareja que baila un chamamé. Había que hacer algo breve para dar lugar a todos”, aclaró. La profesora superior de danzas clásicas y jazz Lorena Silvero hizo una coreografía de danza jazz lirical, mientras que “Simple Circo” el dúo dinámico de dos payasas, Puragua (Valeria del Río) y Pulenta (Camila Corona), con el sonido del saxofón y pedaleando en una sola rueda, buscaron “el equilibrio sutil de la risa”.

A su turno, la cantante solista y coreuta Susana Gala interpretó cuatro temas, entre ellos el tango “La última curda”, y el gualambao “La leyenda del urutaú”, de Vicente Cidade. Entre los últimos en subir al escenario estuvieron el profesor superior de Danzas Pablo Feü y Paola Toffanin o “Paola Nega”, que con sus burbujas “amaestradas”, regaló magia e ilusión para el cierre del festiva, que cerró con el clip de Belgrano en Misiones”, una  canción de Karoso y la familia Zuetta.

Sí hubo aplausos

Contradiciendo el título inicial, y aunque durante las tres horas de festival, lo único que faltaron fueron los aplausos del público que, obviamente, no podía estar de cuerpo presente; al terminar, el equipo técnico y los artistas que aún se encontraban retirándose de escena se regalaron, casi en privado, ese aplauso tan necesario. Sin duda un premio a la primera experiencia en un festival hecho en cuarentena, que prontamente espera abrir el camino a otras similares en diferentes puntos de la provincia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *